por José
Peñalver Sociedad de
Historia Natural del Mar
|
|
No sé si alguno de vosotros o vosotras
ha realizado el cruel experimento de introducir un pez típico de
agua salada en una pecera de agua dulce. O viceversa. Digo cruel
porque el resultado, en ambos casos, es el mismo, a saber, la muerte
de nuestro pobre pececillo.
Esto es debido a un proceso llamado ósmosis
por el cual un disolvente, normalmente agua, se desplaza desde una
zona de baja concentración hacia otra de alta concentración de
solutos a través de una membrana semipermeable o, si se quiere,
selectiva. Las pequeñas moléculas de agua son capaces de atravesar
dicha membrana, pero no pueden hacerlo moléculas de mayor tamaño
como, por ejemplo, las de sal.
Las membranas celulares son de este tipo,
por lo que si nuestro pez está adaptado a un ambiente con altas
concentraciones de sal (como el mar) y lo sumergimos en agua dulce,
ésta penetrará en su cuerpo y lo hinchará como un globo hasta
reventarlo. En el caso contrario, si un pez de agua dulce es
introducido en agua salada, empezará a perder líquidos hasta
quedarse absolutamente seco. De hecho, este proceso es bien conocido
y utilizado por la humanidad para la conservación de muchos
alimentos: el salado y desecado de carnes o pescados.
Este es un problema al que han tenido que
enfrentarse numerosos organismos durante el curso de su evolución.
Animales que provienen de ambientes terrestres y que se han adaptado
a ambientes marinos (como, por ejemplo, las aves marinas) han tenido
que “encontrar” mecanismos fisiológicos que resuelvan el problema.
Las aves costeras a menudo beben agua dulce que encuentran con
facilidad en la costa. Pero las aves marinas pelágicas, aquellas que
viven lejos de costa, han de beber agua salada. Este exceso de sal
es eliminado a través de unas glándulas llamadas glándulas de la sal
(situadas en la zona frontal o supraorbital) que se comunican con
las aberturas nasales. Esto es lo que da ese aspecto de “moqueantes”
a estas aves marinas.
Por cierto, ¿quién no ha oído hablar de las
famosas “lágrimas de cocodrilo”? También son una adaptación de estos
reptiles (sobre todo de los cocodrilos marinos) para excretar el
exceso de sal a través de unas glándulas situadas cerca de los ojos.
|